jueves, 18 de octubre de 2007

Me gusta la ingenieria civil

Nunca supe cuando me comenzó a gustar la Ingeniería Civil y mucho menos cuando me enamoré de ella, creo que fue un proceso paulatino de conocimiento. Aun recuerdo que antes de ingresar a la Universidad tenía la loca idea de ser periodista, pero en un país donde las mayores noticias tenían que ver con la Revolución y sus “avances”, el futuro lo veía tan incierto que me detuve a pensar que lo mejor era elegir otra cosa. Aunque nací guajiro (campesino) mis mayores anhelos eran pisar el asfalto, algo que me anclara a la ciudad. Así que Ingeniería Civil podía, en cierta medida, ayudarme a lograr mi objetivo y de hecho lo hice. ¡Ahora vivo en una de las mayores y más pobladas ciudades del mundo!
Ver las “tripas” de los edificios me encanta, es un mundo secreto y desconocido para la mayoría de la gente. Tal vez lo más popular sean los conductos de aire acondicionado porque las películas se han encargado de hacer escapar por ellos al “bueno”, pero en cada inmueble proliferan los tubos, las instalaciones eléctricas, los cables para telefonía y conducción de datos, etc.


Cubriendo esta adicción por lo que ocultan los edificios, estaba haciendo una inspección a los fosos de los elevadores del edificio en el cual trabajo, uno de ellos tenía un poco de agua sí que ordené que la sacaran y me fui a la oficina, como a las dos horas me llamaron, junto con el agua sacaron del foso una pantaleta, dos pares de medias femeninas y un sinnúmero de condones. En el edificio hacen guardia nocturna policías de ambos géneros, no resulta difícil imaginar que en las frías, largas, solitarias y aburridas noches de guardia tener sexo en el elevador pone un poco de emoción y acorta las horas. Eso puede ser perfectamente tolerable siempre que recojan sus cochineros.


Por eso fui a quejarme con el supervisor de los guardias:


-Mire, no me importa que su personal coja en el elevador-Le dije- Pero lo que no estoy de acuerdo es que mi personal tenga que estar recogiendo condones con los riegos de salud que eso puede implicar.


Él juró y perjuró que su personal era incapaz de semejante conducta, pero prometió hablar con ellos.


Días después tuvimos una junta donde nos daban información de programas de protección, la persona que exponía preguntó si alguien estaba interesado en copiar el archivo y muchos respondimos que si por lo que sacamos nuestras memorias USB.


-Hoy en día todos traen una memoria USB en el bolsillo.- Dijo el Supervisor en voz alta.


-¡También condones!.-Exclamé.


El supervisor bajó la cabeza al darse cuenta de la indirecta pero los demás exclamaron:

-¡Gracias!, ¡Gracias!, ¡Gracias!- Imitando el popular comercial de la tele.


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